VILLA MAGNA
Procuro caminar con la mirada
al frente, focalizando todos mis pensamientos en la historia que debo contar.
Realmente, todo mi trabajo depende de mi credibilidad y mi desenvoltura a la
hora de presentarme. Por ahora, la historia de la estudiante que quiere preparar
su tesis marcha viento en popa y a toda vela. El profesor tenía toda la razón
cuando me decía que era la mejor manera de pasar desapercibida. Lo que no
entraba en mis planes era conocer a su hijo y que fuese tal y como es, el
hombre más impresionante que he conocido en toda mi vida. Creo que lo más
difícil es reconocer que alguien te gusta, que te atrae, porque a partir de ese
momento todo evoluciona aunque no sepas si para mejor o para peor. Pero esas
son las normas del juego. Además, no creo que sea el mejor momento para
centrarme en cosas secundarias con la que se me va a venir encima. Desde que
empecé mi investigación he oído hablar de Paola Pagliare, de su trabajo, de
todo lo que ha conseguido en el mundo del espionaje y la tengo frente a mí, esperándome
tranquilamente con aire bohemio en su gran mansión. Sé que lo sabe. Sé que cada
movimiento que hago lo graba mentalmente, que me está controlando como un
águila a su presa. El trato con el profesor incluía la confidencialidad
absoluta y eso incluye a Paola, muy a mi pesar.
- Buenos días
Señorita Zambrano. Tenía muchas ganas de conocerla.- Miré lentamente la cara de
Mauro. Palidecía al instante.
- Buenos días
Señora. No he tenido la oportunidad de hablar con Mauro de usted, pero también
me alegro de conocerla. – Dije alegremente para romper la tensión del ambiente.
-
Por favor, vamos
a la terraza a tomar un refresco y os pondré al día de lo ocurrido. Adrián,
vete a comentarle a Patricia que seremos uno más para cenar y no interrumpas
nuestra conversación. Vete a tu habitación y estudia, ¡Que falta te hace!
Esta mujer es de armas tomar, si trata así
a sus hijos no quiero imaginar cómo puede llegarnos a tratar a los demás.
Comienza a subir las escaleras con ese aire grandioso que le otorga el escenario
y no nos queda otro remedio que seguirla como simples corderitos. Siento como
Mauro me coge la mano y la aprieta suavemente reconfortándome. Pero en mi
interior ocurre todo lo contrario. Cada vez me siento más culpable por tener
que mentir de esta manera al único hombre que me ha ayudado y que, sin
conocerme de nada, fue amable conmigo. ¡Por Dios! ¡Que nudo tengo en el
estómago! Nada de esto entraba en nuestros planes.
Llegamos a un gran porche de madera con
vistas a una piscina que se confunde en el horizonte con el azul del Pacífico.
Me hubiera gustado ser una chica normal, que conoce a la madre del chico que le
gusta, que toman un café tranquilamente y que se baña feliz en su gran piscina.
-
Toma asiento
Paula. Si no te importa, me permitiré tutearte – dice mirándome fríamente a los
ojos.
- ¡Por supuesto,
tutéeme! – A lo que ella no contestó igualmente.
- Tenemos un grave
problema. Mi marido ha ido de viaje de trabajo a Roma y aún no ha regresado.
Tenía que haber llegado ayer para entrevistarse con una periodista española que
está investigando la relación entre la mafia italiana y los expolios que están
teniendo lugar en numerosos museos e iglesias de la capital. ¿Sabe usted algo
del tema?
-
Como le he dicho
antes, puede tutearme.
-
Paula, tengo el
don de no poder tutear a la gente cuando estoy realmente molesta.
-
¡Mamá! – gruñe
Mauro indignado mirándola con furia.
-
¡Cállate idiota! No
tienes ni idea de lo que va ésto y actúas como un insensato. No eres un digno
hijo de Paola Pagliare. Te he educado para ser inteligente y despierto, para
que no pierdas detalle del mundo en el que vives, y te metes en la boca del
lobo a la primera de cambio ¡Merda!
Mis pupilas se dilatan, mi mandíbula se
contrae y las aletas de mi nariz se hinchan demostrando la ira que carcome mis
entrañas.
- ¡Dejémonos de
farsas! – grito descontroladamente – Trabajo codo con codo con su marido para
desenmascarar esta trama.
-
Cuéntanos el
motivo por el cual te has involucrado ¡Quiero absoluta sinceridad! Puedes
hablar con todo la tranquilidad, Mauro está al corriente de mi vida y no hay
secretos con él.
-
Hace algunos
años, me fui de Erasmus a Roma. Conocí a un chico y empecé una relación con él
que me llevó a quedarme a vivir en Italia más tiempo del que había planeado.
-
¿Cuánto? – Me
interrumpió sagazmente Paola.
-
Cuatro años.
- ¿Quién era el
chico?
- Marco Andreotti-
comento avergonzada.
-
Marco Andreotti
¿el hijo del mayor mafioso?
- Mauro cariño, ¿a
estas alturas te vas a sorprender de algo? Toda la vida te he enseñado que las
casualidades no existen y que todo el que crea que es así, caminará por la vida
ciego y sordo.
-
No, mamá. Pero me
sorprende que Paula esté metida en todo este entramado, que nos ha traído de
cabeza tantos años. Ya no puedo más y necesito que todo acabe lo antes posible.
Quiero seguir con mi vida y empezar desde cero sin preocupaciones ni miedos que
me atormenten a cada paso que doy, sin tener que mirar cada sombra, escuchar
cada ruido, buscar bombas en mi coche…
- Mi intención es
la misma – digo apesadumbrada- Todo
empezó por error cuando me enamoré perdidamente del hombre equivocado. No nos
separábamos nunca, ni de día ni de noche, lo que me permitió descubrir poco a poco una trama que se me
escapaba de las manos. Era demasiado para una chica de veinte años que lo único
que quería era vivir la vida alegremente. Comencé a fijarme más en el mundo que
me rodeaba, a poner más cuidado en las llamadas telefónicas, en esas
conversaciones familiares que sólo ellos entendían. Acabé por seguirlo a todas
partes y apuntaba cada movimiento en una agenda que escondía dentro de la rueda
de repuesto de mi coche. Si la encontraban estaba muerta.
-
¿Cómo conociste a
mi padre?
- Recuerdo una
mañana en la que Marco recibió una extraña llamada. Él se limitaba a escuchar y
no hablaba en ningún momento. Cuando colgó, salió apresuradamente de la casa
sin tan siquiera despedirse así que no me quedó más remedio que perseguirlo por
las calles de Roma. Normalmente se reunían en lugares turísticos donde se
confundían con los visitantes de la ciudad. Ese día algo era diferente. Tomó
una callejuela cercana a La Fontana Di
Trevi y entró en una vieja casa naranja con las contraventanas de hierro
marrón. Jamás había visto ese lugar. Me escondí en un portal justo en frente
que quedaba oculto por la penumbra. De pronto, me agarraron por la espalda sin
darme tiempo a reaccionar. Por más que lo intentaba no podía zafarme de él de
ninguna de las maneras. Me pidió que no gritara y que me limitara a escucharle
atentamente porque el tiempo apremiaba. Comenzó a contarme una historia que
podría parecer sacada de una película americana, pero no para mí, que sabía
perfectamente de qué me estaba hablando. Era tu padre. Comprendí que los dos
perseguíamos lo mismo y que era la única persona que podría ayudarme a salir de
allí con vida. Pronto descubrí que Marco sabía que lo tenía vigilado por lo que
tu padre me aconsejó que preparara un teatrillo de celos desmesurados muy a la
italiana. Un día lo seguí y vi cómo hablaba con una guapa mujer, lo que me dio
pie para comenzar con mi delirio. Corrí hacia él y lo agarré de la chaqueta del
traje zarandeándolo sin parar, diciéndole que era un cerdo y que cómo me podía
engañar con otra mujer. Ese episodio me dio una tregua en la que pude preparar
mi vuelta a casa con la ayuda del profesor, que me proporcionó una identidad
falsa que es la que estoy utilizando en estos momentos. Si hiciera algún tipo
de movimiento con mi nombre real, aparecería degollada en cualquier cuneta en
cuestión de horas.
- Creo que mi marido ha cruzado los límites
y se ha puesto en serio peligro. Hay dos ideas que me rondan, o bien está
oculto para que no puedan localizarlo o, por el contrario, lo han secuestrado
para sacarle información antes de asesinarlo. Tengo que poner en marcha todos
mis contactos con la Interpol y la CIA.
Mauro, habla con el servicio secreto y diles que tienes que
viajar urgentemente a Roma con Paula. Diles, sin entrar en detalles, todo lo
que está ocurriendo y que necesitarás su apoyo logístico en cualquier momento.
Mientras tanto, alójate con Paula en su hotel haciendo creer a la gente que te
has enamorado de una turista cualquiera y que os vais de viaje romántico a Italia.
Cuanta más gente lo sepa, más protegidos estaréis. Ahora mi chófer os sacará
discretamente de Villa Magna.

