SARA
Me
apresuro a bajar del avión lo más rápido que puedo. Veo cómo Paula no puede
seguir mi ritmo entre la cantidad de gente que cruza la pista hacia nuestro
autobús. Quiero llegar a la terminal con el primer viaje porque sé que Sara me
estará esperando y quiero verla a solas. Paula me mira intranquila, sé que le
está dando vueltas a algo en su cabeza, la pregunta es a qué. Desde el momento
que la conocí tengo la sensación de que me esconde algo, pero con todo lo que
ha sucedido no he tenido tiempo para ordenar mis ideas. Sólo tengo ganas de
llegar a nuestra casa en Roma y dormir tranquilamente durante veinticuatro
horas seguidas. Probablemente cuando me despierte podré estudiar todo lo que ha
pasado durante estos días y ataré cabos. Mientras tanto, no puedo confiar en
nadie.
Subimos
al autobús y nos sentamos en los primeros asientos mientras observo la pista
fríamente. Me tiene intrigado el motivo por el cual Sara me quiere ver de una
forma tan precipitada. Probablemente los contactos de mi madre han empezado a
hacer preguntas incómodas y ella se ha enterado de algo. Muchas veces hay
demasiada información pululando por los Centros de Inteligencia que, con tanto
alto secreto, no nos sirve a nadie. Siento en mi nuca la mirada de Paula y cómo
sus ojos escrutadores intentan entrever mis intenciones.
-
Mira Paula, ahora me voy a reunir con Sara. Para eso saldré de la Terminal unos minutos y
volveré a entrar sin pasar por Seguridad. Lo siento mucho, pero tengo que ir
sólo.
-
¡¿Qué?! ¡No me parece bien que me excluyas!
-
¡Es lo que hay! Son órdenes del superior de Sara. En estos asuntos cuantas
menos personas ajenas haya, mucho mejor para todos. – Creo que se lo ha creído.
-
¿Superior? ¿Cómo que superior?
-
Sara es policía Paula.
-
Eso no me lo habías aclarado.
-
No lo recuerdo, la verdad.
-
De acuerdo Mauro, en Madrid decides tú. Cuando lleguemos a Roma te aseguro que
las cosas van a cambiar mucho.
-
¡Me extrañaba que no sacaras a relucir esa vena inconformista típicamente
española!
Cuando
llegamos a la Terminal
entro rápidamente y la cruzo a toda prisa. Hay más personas de las
estrictamente necesarias pero, al ser la hora de comer, todos los viajeros se
aglomeran al rededor de los restaurantes. Salir no será un problema pero entrar
será bastante complicado aunque ya me las ingeniaré. A carrera, me subo en la
cinta eléctrica y me abro paso a codazos entre la parsimonia insoportable de la
gente. Al fondo, veo las puertas de salida. Las atravieso exhausto y veo al
otro lado de la calle un Peugeot 508 negro con las lunas tintadas. Es ese sin
ninguna duda. Se baja una ventanilla y veo sus ojos observándome. Camino
presuroso, abro la puerta y me siento en el asiento de atrás. Sara me mira con
un gesto indescriptible, mezcla de alegría y, creo que miedo. Le doy dos besos
y espero cauto su reacción.
-
Mauro.
-
Sara.
-
No estoy aquí por temas personales, si fuera así, no querría ni verte- Me dice
con desdén.
-
Lo entiendo.
-
Mira Mauro, no sé de qué va todo este asunto. Pero la cosa es seria. Estamos
todos en alerta y, lo que antes era un trabajo puramente rutinario, se ha
convertido en algo más farragoso.
-
No te entiendo Sara.
-
Detrás del secuestro de tu padre hay mucho más que todo lo que te han podido
contar. Y créeme, no debes confiar absolutamente en nadie. He estado estudiando
todos y cada uno de los informes y hay algo que no me cuadra. Digamos que en
esta partida de ajedrez hay muchas piezas que están cambiando de color.
-
¿Qué quieres decir?
-
Cuando abro una carpeta y la leo detenidamente y decido que una persona forma
parte de un determinado grupo, justo en ese momento, aparece otro informe en el
que pone todo lo contrario. No hay nada claro Mauro. No se sabe quién pretende
ayudar a tu padre y quién está haciendo todo lo contrario.
-
¿Qué me dices de Paula?
-
¿Paula o Laura?
-
Sé que no utiliza su verdadero nombre porque mi padre le consiguió una
identidad falsa.
-
¿Tu padre? Creo que estás bastante equivocado. En su identidad no ha tenido
nada que ver tu padre y créeme, dudo mucho que hayan tenido contacto.
-
¡¿Qué?!
-
Es demasiado para que la entiendas todo de buenas a primeras. Te he traído toda
la información en este colgante. Es una memoria externa que vas a tener que
proteger con tu vida. Si alguien descubre que la tienes vas a tener serios
problemas. Para que Laura o Paula o como se llame no sospeche, te he traído
otro igual, pero en este caso es una joya, réplica exacta del que te he dado.
Regálaselo diciéndole que te hace ilusión que los dos llevéis el mismo, o
alguna chorrada de esas que nos cuentas a las mujeres para caer a tus pies.
-
¡Noto resentimiento en tu voz!
- Te
conozco, y sé que la vas a cagar porque estás colado por ella.
-
¡Venga ya!
-
Sólo te digo que andes con ojo, sé que hay algo que no te ha contado y sé lo
que es, lo que no sé es con qué intención lo ha hecho. Y no me mires con esa
cara, está todo en ese colgante. Y ahora, lárgate.
-
Muchas gracias por todo.
-
¡Fuera y suerte! Toma, enseña esta acreditación a seguridad y te dejarán pasar
sin ningún tipo de problema.
La
cojo y bajo del coche a toda velocidad. Vuelvo sobre mis pasos y después de
diez minutos de codazos, golpes, pisotones y maletazos, llego a mi puerta de
embarque. Paula está sentada con su e-book en las manos. La analizo
detenidamente intentando imaginarme lo que se le puede pasar por la cabeza.
Nota mi mirada y se gira lentamente, observándome con una tierna sonrisa. Con
paso lento, me aproximo hacia ella y me dejo caer con todo mi peso en el
asiento contiguo.
-
¿Todo bien? – Me pregunta intrigada.
-
Muy bien. Sara sólo estaba preocupada por mí y por mi familia. No tiene ni idea
de qué está ocurriendo. Ha intentado investigar por todos los cauces posibles,
pero sus superiores le han parado los pies.
-
Y ¿los documentos y tu identidad?
-
No ha sido capaz de hacer nada.
- ¡Pensaba
que lo tenía todo listo cuando hablaste con ella!
-
¡Y yo! Creo que sólo quería verme y ha puesto esa excusa. Digamos que es una ex
muy celosa – Con eso detendré su interrogatorio.
-
¿Tiene celos de mi?
-
¡Eso parece! – Mi respuesta la deja tranquila y regocijándose en su felicidad.-
Toma, te he comprado ésto.
-
¿Qué es?
-
Bueno, es simplemente un detalle. Me he comprado uno para mí y, bueno...
-
¡Muchísimas gracias! – Se lo pone rápidamente en su cuello y lo toca orgullosa
de sí misma.
Por
megafonía nos avisan de nuestro inminente embarque por la puerta número 3.
Entregamos nuestros billetes a la azafata y en cinco minutos volvemos a estar
sentados dentro de un avión. Estoy bastante harto de tanto viajar de un lado
para otro. Sueño con poder estar tumbado tranquilamente en casa de mis abuelos.
Aunque sé que lo que me espera va a ser duro.
Son
las 18:30 y tocamos suelo italiano. En
cuanto bajamos del avión nos dirigimos a un operario, le enseño mi acreditación
y nos entrega nuestras maletas, guardadas todavía en la misma caja de madera.
Tiramos de ellas por toda la pista y salimos de Fiumicino por una salida
lateral custodiada por un guardia de seguridad. Paramos un taxi y le indico la
dirección de mi casa. Se encuentra a las afueras de Roma, en una campiña llena
de viñedos que han trabajado mis parientes durante generaciones. En esa casa he
vivido la mejor época de mi vida y los momentos más felices. Ahora estará vacía
y sin vida, y todo cuanto recuerdo será sólo eso, un recuerdo.

El relato continua con muy buena pinta, espero mas... je.
ResponderEliminarllevo una temporada muy atareada y no he podido pasar por aqui, lo siento, pero ya sabes mas vale tarde...
bssss