VIÑA DEL MAR
No me lo podía creer. Nunca he sido de
esas personas que tienen golpes de suerte, ni casualidades sorprendentes. ¡¿Y
ahora ésto?!
-
¡Qué casualidad!
¿No? – Le digo mientras mi cara se pone roja como un tomate.
-
Señorita
Zambrano, las casualidades no existen.
Pestañeo unas cuantas veces antes de poder
mover alguna parte de mi cuerpo. Esa frase me deja totalmente desconcertada. No
sé qué pensar. El tiempo pasa y Mauro no aparta los ojos de mí. Me observa con
una sonrisa de autosuficiencia que no me tranquiliza en absoluto. Tal vez, sólo
sean imaginaciones mías.
- ¿Diga? – Contesta
a su móvil que ni siquiera he oído sonar – De acuerdo, ahora mismo vamos para
allá.
Me vuelvo a quedar de piedra. ¿Éso me
incluye a mí? ¡Yo no me muevo de aquí! ¡Lo tengo clarísimo! No lo conozco lo
suficiente. Ya me puede decir lo que quiera. Mi respuesta va a ser un no
tajante y rotundo.
-
Paula, era mi
madre. Tenemos que ir a su casa. Tiene noticias de mi padre y creo que no son
nada buenas. ¿Puedes acompañarme?
- ¡Por supuesto! –
Digo decepcionándome a mí misma. ¡Pues sí que tengo fuerza de voluntad!
-
La casa de mi
familia está en Viña del Mar, en Valparaíso.
Suelto una carcajada que lo deja perplejo.
Me siento como una estúpida. Le pasa algo a su padre y mi subconsciente viaja
hasta las chorradas de mi adolescencia.
- ¿Me puedes decir
qué es tan gracioso?
- Bueno ¡es una
chorrada!
- ¡Prueba! – dice
de mala gana.
-
Cuando iba al
instituto ponían una serie por las tardes de siete hermanos que vivían en Viña
del Mar. Ya sabes, los típicos niños de papá que no hacen más que meterse en
líos con sus amigotes, salir con una tía cada noche y conducir cochazos a todo
gas.
- Yo crecí en Viña
del Mar.
¡Pues sí que se ha quedado bueno el día!
Otra vez he dado en el clavo. Tengo que pensar lo que digo o acabará odiándome
y tirándome a los tiburones.
- ¿Te parezco algo
de lo que has dicho?
- Bueno, tendría
que conocerte más para poder contestarte. Tengo que decir a tu favor que uno de
los hermanos era muy legal. Uno de esos tíos que elegiríamos para casarnos.
- ¿Quieres decir
que me elegirías para casarte conmigo? – Me mira divertido.
Otra vez me he metido en un jardín recién
regado. Me arden las mejillas de una forma insoportable y la mente se me ha
quedado en blanco. A mí, la charlatana de Paula Zambrano, a la que la profe le
mandaba siempre notitas en el cole de “es muy buena estudiante, pero lo sería
más si no hablase tanto”. He encontrado mi álter ego.
-
Paula, no quiero
sacarte de tus ensoñaciones, pero mi madre nos espera. Creo que es conveniente
que conozca a la mujer con la que me voy a casar.
No puedo moverme. Siempre me han hecho
gracia este tipo de chorradas. Pero en esta ocasión tienen el efecto contrario.
De pronto, siento como tira de mi cuerpo. Me agarra de la mano con fuerza, como
a una niña pequeña. Doy un fuerte tirón y consigo zafarme.
- ¡Vale! – Me dice
sonriendo - ¡Pero camina! Tenemos que coger un taxi y es la hora de comer. No
vamos a encontrar ninguno.
La neurona que ha sobrevivido a la
catástrofe mental se mueve nerviosa. Meto la mano en mi bolso y consigo coger
la tarjeta de mi taxista favorito. Se la entregó y me observa de nuevo.
-
¡¿Llevas unas
horas en Chile y ya tienes la tarjeta de un hombre?! ¡Me dejas alucinado!
- ¡¿Nunca te han
dicho que eres todo un gilipollas?! No pareces la misma persona que me ayudó
anoche. ¡Me gustaba más aquél chico!
- ¡Qué razón tiene
mi hermana! Con vosotras hay que andar con pies de plomo.
- ¿No tenías prisa?
¡Pues llama al puñetero taxista! Dile que estás con la española, la que dejó
esta mañana en el Hotel España.
-
¿En serio?
-
En serio ¿qué?
-
¡¿La española del
Hotel España?! – No puede dejar de reírse con esas carcajadas hilarantes. Me
hago la dura como puedo, pero no puedo evitar imitarle.
Coge su móvil y marca su número.
-
Me ha dicho que
está por la zona. Tenemos que salir a la carretera y en diez minutos estará
aquí.
-
¿Qué le ha pasado
a tu padre?
-
No lo sé. Pero no
es muy normal que mi madre me llame tan nerviosa. Es una mujer de carácter,
toda una italiana. No se pone nerviosa así como así.
-
¡Ahora entiendo
lo de Amore!
- Te he dicho que
no existen las casualidades querida niña.
¡Querida niña me dice el capullo! Claro,
tiene genes italianos. No lo puede evitar. Es como pedirle a un gallego que no
beba Queimada o a un andaluz que odie El Rocío. Va en la genética. Mientras
sigo con mis elucubraciones, llegamos a la carretera. Y el taxi ya nos espera.
He hecho un buen fichaje. ¡Con lo difícil que es encontrar a un hombre
servicial!. Abro la puerta
del copiloto y me siento. A Mauro no le queda más remedio que sentarse atrás a regañadientes. Después de todo, el taxi
lo he conseguido yo.
-
A Viña del Mar –
le digo volviéndome hacia Mauro para confirmar lo que acabo de decir.
-
Si está usted tan
segura ¡Pues a Viña del Mar! – Me dice maliciosamente.
Otra vez su vena italiana de macho alfa.
¡Por Dios, no sé si podré aguantarlo! El taxista me observa con las cejas
alzadas.
- Bueno ¿A dónde? –
Mira a Mauro y espera.
-
Viña del Mar.
Arranca el coche y se pone en marcha. Pero,
¿qué puñetas es ésto? ¿Lo que yo digo no sirve de nada? Me cruzo de brazos y no
abro la boca en todo el camino. Estoy de mala leche. Después de unos minutos de
viaje, vemos unos edificios de pisos bastante altos. Circulamos por un bulevar
con palmeras a los lados y a nuestra derecha el mar refleja toda la pureza del
sol. El efecto es balsámico. El humor me cambia rápidamente. Nos metemos por
una calle estrecha y el taxi se para frente a una gran casa.
-
Su destino.
- ¿Cómo ha sabido
la casa? – digo sorprendida-
-
Recuerde,
Señorita Zambrano, las casualidades no existen – dice Mauro sin tan siquiera
mirarme.
Le pago el viaje y le doy una buena
propina para asegurarme que lo tendré a mis pies. Necesito que alguien aparezca
cuando lo llame. Nos bajamos del coche y Mauro me agarra del brazo. Doy un paso
adelante, para deshacerme de su mano. ¿Se cree que soy su mascota?
-
No hacía falta
que le dieras la propina al taxista.
-
¿Puedes dejar que
haga lo que me dé la gana?
- ¡Vaya carácter!
Digamos que anoche eras más dulce.
- ¡Vaya novedad
hermanito! – Una voz divertida salía de dentro de los muros del gran jardín. Al
otro lado de la valla – ¿Anoche?
- ¿Adrián? – dijo
Mauro con cara de sorpresa.
¿Quién leches es Adrián? ¿Qué ha querido
decir? Las enormes puertas se abren y tras ellas aparece un chico alto, moreno,
de grandes ojos verdes, musculoso, guapísimo… ¿Quién es éste?
-
Paula, te
presento a mi hermano Adrián.
Me acerco para darle dos besos y sonríe.
- ¿Una española?
¡Me encantan las españolas! – Me deja plantada con la cara cerca de la suya.
Agarra mi mano y la acerca a su boca. Me da un dulce beso que hace que me
tambaleé. ¿Cómo sabe que soy española? Recuerda Paula, las casualidades no
existen, bla bla bla… pienso para mis adentros.
-
¡Por Dios! –
Grita Mauro de una forma seca.
-
Tranquilo
hermanito ¡Sé que es coto privado!
Retiro la mano con fuerza y lo miro con
cara de asco. Ya veo que los genes italianos han hecho estragos en esta
familia. Miro a lo lejos y no puedo creer lo que veo. Un largo camino rodeado
de grandes palmeras se pierde en el horizonte. No soy capaz de ver la casa.
Unos cuantos jardineros trabajan a nuestro lado. Cosa que me deja bastante
sorprendida. ¿Tan grande es ésto? Adrián me coge del brazo. ¿Pero qué les pasa
con mi brazo? Al instante, Mauro se encuentra a mi lado y lanza una mirada
furtiva a su hermano, que se envara soltándome rápidamente. Pero, al final,
¿quién es el gallito de este corral? Seguimos caminando, y, por fin, aparece la
casa. Perdón, ¡la mansión!. Un profesor de universidad gana dinero, pero
¿tanto?. Veo a una mujer que baja las escaleras de la entrada. Lleva una gran
pamela que le cubre la cara, un vestido de seda blanco que le hace parecer
etérea y unos zapatos rojos con un enorme tacón. Y su forma de bajar las escaleras
me deja alucinada. Parece una estrella de cine. Nos espera divertida en el
último escalón. Me imagino la imagen que damos. Una chica escoltada por dos
hombres esculturales. ¡Qué vergüenza!

Buen relato,la estructura es coherente. FELICIDADES
ResponderEliminar¿por qué no tienes gadget de seguidores?
Me alegro de haberte encontrado. Visitame.
BSSS Mari
Muchas gracias. Tengo gadget de seguidores pero en la página principal del blog. Ahora mismo te hago una visitilla.
ResponderEliminarUn beso y sigue leyendo ; )
Joooooooooooooooooo publica el libro ya homee¡¡¡ que así no se puede, es de esas historias que enganacha y no pararía de leer hasta que se acabe...qué intriga y qué rabia. Joé¡¡¡ Hazle caso a tu mare, dejate el curro, acaba el libro, publicalo, imprimelo, me mandas uno y todos contentos. ; )
ResponderEliminarPakanda